Ecología de la
Sobrevivencia de las Monarcas en Invierno
Perspectiva General. Durante
el invierno las monarcas se reúnen regularmente en dos regiones principales
de América del Norte: el centro de México y las costas de California (Brower,
1995). También residen en el sur de la Florida durante todo el año, pero en
cada otoño esta población recibe un flujo de individuos que migra desde el
este (Knight, 1997; Altizer, 2001). Aún se desconoce el grado en que las
monarcas de la Florida regresan a la población más grande.
Generalmente se asume que las monarcas que
pasan la época de reproducción del verano al oeste de las Montañas
Rocallosas pasan el invierno en las costas del sur de California, aunque las
recientes observaciones de Pyle (1999), descritas líneas arriba, sugieren
que existen excepciones a este patrón. Los lugares en California son
usualmente áreas boscosas dominadas por eucaliptos, piñeros y cipreses de
Monterrey, y se localizan en las bahías protegidas o más al interior. Estos
lugares proporcionan extremos microclimáticos moderados y protección contra
los vientos fuertes. Más de 300 diferentes lugares de agrupación fueron
reportados (Frey y Schaffner, 2004; Leong et al., 2004).
Las mariposas monarcas de América del
Norte que pasan la época de reproducción del verano al este de las Montañas
Rocallosas invernan en los bosques de oyamel (Abies religiosa) en las
montañas transvolcánicas del centro de México. Hasta 1975 la comunidad
científica desconocía la ubicación de estos lugares de hibernación, cuando
colegas del Dr. Fred Urquhart localizaron colonias en el Cerro Pelón y en la
Sierra Chincua en el estado de Michoacán (Urquhart, 1976; Brower, 1995).
Desde entonces, se han localizado otros lugares de hibernación. Colonias
dentro de la Reserva de la Biosfera de las Mariposas Monarcas se encuentran
en los estados de Michoacán y México (Cerro Altamirano, Cerros
Chivatí-Huacal, Sierra Chincua, Sierra El Campanario y
Cerro Pelón). Fuera de la reserva, se descubrieron colonias en San
Andrés, Pizcuaro, Puerto Morillo y Puerto Bermeo (Michoacán), Palomas,
Piedra Herrada y San Francisco Oxtotilpan (Méjico) (Garcia et al., 2004). Si
bien los científicos han aprendido mucho sobre el fenómeno de hibernación de
las monarcas en las últimas décadas, aún quedan por responder varias
preguntas básicas. Medir la densidad de un organismo que se congrega por
millones constituye un inmenso desafío. Los científicos también buscan
comprender las características más importantes de los lugares de hibernación
para la sobrevivencia de la monarca, y los factores que influencian los
patrones de formación y dispersión de las colonias.
Formación y dispersión de colonias.
Durante todo el invierno, las monarcas de América del Norte se agrupan,
cubriendo completamente los troncos y las ramas de los árboles (Figura 13). Calvert (2004b) describe cuatro fases típicas del desenvolvimiento de las
colonias en lugares de Méjico: reclutamiento y consolidación, asentamiento y
compactación de grupos, expansión y movimiento rápido, y apareamiento y
dispersión. Este patrón es similar en California (Frey y Schaffner, 2004).
Inicialmente, las monarcas ocupan varios hábitats locales, pero abandonan
muchos de ellos a finales de noviembre y se reúnen en colonias cercanas.
Antes de dispersarse, muchas monarcas se vuelven reproductivas y las
colonias quedan frecuentemente llenas de parejas en apareamiento.
El tiempo de la última fase, apareamiento y dispersión, depende del tiempo
de conclusión de la diapausa reproductiva, la cual varía en forma
considerable de un individuo a otro. Goehring y Oberhauser (2004) estudiaron
el desenvolvimiento reproductivo después de la diapausa en las monarcas que
pasaban el inverno en México. Ellos encontraron una gran variación en el
estado reproductivo de las monarcas recolectadas a finales de febrero y a
inicios de marzo; algunas mariposas eran totalmente reproductivas, mientras
que la mayoría aún se encontraba en la diapausa. Las hembras recolectadas
durante el apareamiento tenían más oportunidades de haber desarrollado
oócitos (una indicación de que ya no se encontraban en la diapausa) que las
hembras recolectadas en grupos. Si existe una relación de causa y efecto que
resulta de esta correlación, no queda claro si las hembras tenían más
probabilidad de aparearse debido a que su desarrollo reproductivo se
encontraba más avanzado, o si el apareamiento realmente provocó el fin de la
diapausa. Tanto Van Hook (1993) y Oberhauser como Frey (1999) encontraron
que los machos que empezaron el apareamiento primero a finales del período
de hibernación tenían menores envergaduras, eran más livianos, y presentaban
alas en peores condiciones que las de aquellos machos que fueron capturados
en grupos en el mismo período. Ellos sugieren que era improbable que estos
machos sobreviviesen para la migración de retorno al norte y por lo tanto
estaban aprovechando su última y única oportunidad de aparearse.
Densidades de hibernación.
Los científicos utilizan diversos métodos para estimar el tamaño de las
poblaciones de insectos y de otros animales, pero determinar la abundancia
de monarcas que sobreviven al inverno es particularmente desafiante debido a
su movilidad y los grandes números en los que se agrupan. Casi 30 años luego
del descubrimiento de los lugares de hibernación en Méjico, los científicos
aún debaten cuál sea la mejor forma de estimar la densidad de las monarcas
en dichos lugares. Calvert (2004b) utilizó técnicas de marcado, liberación y
recaptura para estimar las densidades poblacionales de 7 a 61 millones de
monarcas por hectárea, siendo que las mayores densidades ocurrían a finales
de la estación, cuando la colonia se había contraído. En una colonia
diferente, midió la densidad de individuos en sub-muestras de ramas y
troncos de árboles para estimar 12 millones de monarcas por hectárea. Estos
números se encuentran dentro de los rangos sugeridos por Brower (1977) y
Brower et al. (1977), pero la mayor variación sugiere que las densidades
probablemente no sean constantes durante toda a estación y entre diferentes
colonias.
Entre 1993 y 2002 Garcia et al. (2004) monitorearon 22 lugares de
hibernación en México. Utilizando una estimado de 10 millones de monarcas
por hectárea, encontraron que la población que sobrevivió el inverno variaba
de 23 millones de monarcas en 2000-2001 a 176 millones en 1996-1997 (Figura
14). Ellos midieron la tasa de mortalidad más alta (27,7%) durante un año de
baja población (1997-1998, 45,5 millones de monarcas) y sugirieron que esta
tasa puede decrecer con el aumento del tamaño de la población.
Condiciones microclimáticas en los
lugares de hibernación. Las monarcas migran a lugares de hibernación
específicos debido a que necesitan características ambientales particulares
para sobrevivir al inverno. La sobrevivencia al inverno de las monarcas en
México, de noviembre a marzo, depende de un delicado equilibrio de factores
macro y microclimáticos que caracterizan a los bosques de oyamel localizados
dentro de la reserva (Calvert y Brower, 1986; Alonso et al., 1992, 1997).
Una elevada humedad y temperaturas que fluctúan entre 3ºC y 18ºC
caracterizan estos bosques, diversos estudios (Calvert y Brower, 1981;
Calvert y Cohen, 1983; Calvert et al., 1982, 1983, 1984, 1986; Alonso-Mejia
et al., 1992; Anderson y Brower, 1993; Brower, 1999) han demostrado que un
ecosistema boscoso intacto promueve la sobrevivencia al inverno. Las
mariposas que se encuentran en bosques menos espesos tienen mayor
probabilidad de mojarse durante las tormentas de inverno, y las monarcas
mojadas no logran sobrevivir en temperaturas extremadamente frías, tales
como las que ocurrieron durante las tormentas de 2002 (Brower et al., 2004)
y 2004. Además, los bosques menos espesos se tornan más fríos durante la
noche debido a que el calor se escapa más fácilmente. Así, un bosque intacto
sirve como paraguas, protegiendo a las mariposas de la nieve y de la lluvia
durante las tormentas del inverno, y como sábana, evitando que las mariposas
se congelen (Anderson y Brower, 1996).
Recientes esfuerzo para crear modelos de
hábitats (Bojórquez-Tapia, 2003, Missrie, 2004) demostraron que los lugares
donde las monarcas prefieren hibernar presentan cuatro características: 1)
altas elevaciones (la mayoría de las colonas se encuentran en lugares con
altitudes por encima de los 2.890 m); 2) proximidad a cursos de agua (la
mayoría de los lugares se encuentran a menos de 400 m de cursos de agua
permanentes o temporales; 3) pendientes de inclinación moderada (entre 23° y
26°); y 4) orientación de sur a sudoeste. En la mayoría de los casos, estas
condiciones ocurren en bosques de oyamel, pero también existen lugares de
colonias a niveles por debajo de esos bosques, principalmente debido a que
las mariposas se trasladan a altitudes más bajas (es el caso de los bosques
mixtos) a medida que la primavera avanza.
Frey y Schaffner (2004) examinaron la
abundancia en tres escalas temporales (variando entre 1, 4 y 20 años) para
los lugares de hibernación al oeste, utilizando la información del Banco de
Datos de Diversidad Natural del Departamento de Caza y Pesca de California y
el Recuento del Día de Acción de Gracias del Programa de Monarcas (Marriott,
2001). Durante el período entre 1997 y 2000, se evaluaron de 101 a 141
lugares conocidos. El número de monarcas por lugar oscilaba de 0 a 120.000,
con una gran variación cada año y en cada lugar (Frey y Schaffner, 2004).
Los lugares cercanos a la costa que contenían eucaliptos, piñeros y cipreses
tendían a tener más monarcas. Leong et al. (2004) encontraron que la mayor
abundancia de monarcas en el centro de California estaba asociada con la
mayor humedad del ambiente, substancial rocío matinal y moderadas
temperaturas de inverno. Los análisis del GIS demostraron que la mayoría de
las pequeñas arboledas de hibernación se encontraban dentro de 2,4 Km. de la
costa, en pendientes orientadas de sur a oeste. Los lugares de hibernación
más grandes fueron asociados con valles de menor pendiente, bahías y
ensenadas costeras. Frey y Schaffner (2004) ubicaron sus hallazgos en un
contexto continental haciendo comparaciones entre las recientes tendencias
poblacionales al oeste y este de América del Norte. Si bien la población del
este es al menos dos ordenes de magnitud más abundante que la del oeste (Brower,
1985), parece ser que año a año ambas fluctúan en cerca de medio orden de
magnitud. Sin embargo, debido a que no se encontró ninguna correlación entre
la abundancia de las dos poblaciones, sus patrones pueden deberse a
diferentes factores.
Tanto Frey y Schaffner (2004) como Leong
et al. (2004) abogan por el uso de estos y otros análisis similares para
evaluar las prácticas de administración de los territorios y estructurar las
metas de conservación. Leong et al. argumentan que la preservación de las
agrupaciones de monarcas en inverno en California dependerá de una
administración activa y a largo plazo del hábitat enfocada en actividades
para efectuar mejoras, tales como plantar, podar, en algunos casos, sacar
árboles.
Mortalidad en inverno. Las
monarcas de las congregaciones que hibernan en México y en California
enfrentan innumerables amenazas. Además, la degradación del bosque y los
resultantes cambios en las condiciones climáticas, la depredación por parte
de aves y ratones, la inanición, la disecación y el congelamiento
representan importantes fuentes de mortalidad. Aunque las monarcas están
protegidas de los depredadores vertebrados por los cardenolídeos extraídos
de las quiebramuelas que consumen cuando son larvas, toda concentración de
posibles presas de este tamaño puede originar depredadores que evolucionan
hasta superar sus defensas. La depredación por parte de las aves es una
causa importante de mortalidad en inverno, cuyas tasas varían de 1 a 18% en
las distintas colonias estudiadas por Garcia et al. (2004) y de 7 a 44% en
las colonias estudiadas por Brower y Calvert (1985). Las dos principales
aves depredadoras son el tigrillo (Pheucticus melanocephalus) y la calandria
de agua (Icterus abeillei). Los triguillos consumen todo el abdomen de las
monarcas, los cuales son ricos en grasa, tolerando de algún modo las toxinas
cardenolídeas almacenadas en el exoesqueleto. Las calandrias cortan el
abdomen con sus afilados picos y recogen los contenidos del abdomen y del
tórax con sus lenguas, evitando así comer las toxinas. Estos distintos
métodos de consumo de la presa facilitan la distinción de las especies que
son responsables de la muerte de las monarcas encontradas en el suelo del
bosque. Al menos cinco especies de ratones, siendo el Peromyscus melanotis
el más notable de estos, se alimentan de las mariposas que caen al suelo.
Las extremas condiciones climáticas, tales
como las causadas por las lluvias y las tormentas de nieve en invierno,
también pueden matar a las monarcas en los lugares de hibernación. Por
ejemplo, el intenso frío que ocurrió luego de prologando período de clima
nublado y húmedo a inicios de 1992 pudo haber matado hasta 80% de las
monarcas en varias colonias de hibernación (Brower et al., 2004). Brower et
al. (2004) realizaron una sistemática documentación de la mortalidad
ocurrida después de otra fuerte tormenta en enero de 2002. Ellos estimaron
una mortalidad de 75 a 80% en dos colonias de hibernación y sugirieron que
en todos los lugares de México se registraban tasas similares. Sus estimados
del número de monarcas muertas por hectárea (26 a 72 millones) exceden en
gran medida los estimados previos del número de monarcas que ocupan esos
lugares, pero concuerdan con los estimados presentados por Calvert (2004)
para la misma época del año. Oberhauser y Peterson (2003) utilizaron un
modelo de nicho ecológico para delinear las condiciones ambientales que
favorecen la sobrevivencia, y constataron que, en los lugares ocupados,
existían temperaturas frías y bajas precipitaciones durante los meses de
hibernación. Desafortunadamente, los modelos de cambio climático global
prevén mayores precipitaciones en esas áreas en las próximas décadas,
sugiriendo que esos tipos de tormentas de inverno se pueden volver más
frecuentes.
Aunque no exista documentación sobre los
efectos de años extremadamente secos sobre la sobrevivencia de las monarcas,
el hecho de que frecuentemente se observe individuos bebiendo el agua de
rocío que se junta en las plantas, en cursos de agua o en el suelo mojado
sugiere que la falta de humedad aumentaría la mortalidad. Asimismo, poco se
sabe sobre los factores que incrementan el riesgo de inanición. Las monarcas
comen poco durante el período de hibernación, por lo tanto es posible que la
inanición ocurra con mayor probabilidad en condiciones que promueven la
aceleración del metabolismo, tales como elevadas temperaturas del aire, o
cuando no consiguen suficiente alimento cuando son larvas.
Dinámica del bosque y conservación de los
lugares de hibernación. Los lugares de hibernación ubicados en México
recibieron el estado de área protegida mediante un decreto presidencial de
1986. Aunque este ha sido un primer paso muy importante, el decreto no
protegió a todos los lugares importantes de hibernación, no compensó a los
propietarios de las tierras que sufrieron restricciones impuestas por el uso
de los suelos y no se ofreció alternativas económicas efectivas al medio de
subsistencia anterior (como la agricultura y la tala de árboles). Un
consorcio de geógrafos, biólogos de monarcas y funcionarios del gobierno
Mexicano llevó a cabo un análisis con el Sistema de Información Geográfica
(GIS - Geographic Information System) sobre la deforestación ocurrida entre
1971 y 1999. Este análisis reveló que 44% de los bosques de alta calidad
existentes en 1971 había sido degradado y fragmentado, dando como resultado
bosques de más baja calidad para las monarcas en hibernación (Brower et al.,
2002). El índice de deforestación se aceleró a lo largo de este período.
En 1998, un grupo internacional de
científicos y legisladores se reunió para redefinir el área protegida y
abordar algunos de los problemas del decreto original. Missrie (2004)
describió el proceso de cuatro años que conllevó a un nuevo decreto
presidencial y mejoró la protección de los lugares de hibernación. Los
límites de la reserva expandida se determinaron utilizando los modelos
basados en el conocimiento actual de los requisitos biológicos de las
monarcas durante el inverno. Como resultado del nuevo decreto, la cantidad
total de terreno protegido aumentó de 16.110 ha (4.491 y 11.619 en las áreas
centrales y de barrera, respectivamente) a 56.259 ha (13.552 y 42.707 ha en
las áreas centrales y de barrera, respectivamente). La nueva reserva protege
un área continua, en lugar de las “islas” de terreno separadas que eran
protegidas por el antiguo decreto (Missrie, 2004). Sin embargo, como en el
caso de todas las leyes de conservación, la eficacia exige el cumplimiento
de la ley, y la tala y degradación del bosque continúan ocurriendo.
Keiman y Franco (2004) estudiaron la
respuesta de los bosques de oyamel a las alteraciones en México. Ellos
descubrieron que los árboles dentro de zonas boscosas tienden a ser del
mismo tamaño, y que la homogeneidad tiende a incrementarse con la edad del
grupo de árboles, junto con el hecho de que las monarcas usualmente forman
colonias en bosques maduros, lo cual sugiere que será importante garantizar
el reemplazo de las zonas boscosas a medida que envejecen.
Fin de la sección sobre "Ecología de la
Sobrevivencia de las Monarcas en Inverno".
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