Ecología de la Migración en Otoño
Perspectiva General. A
diferencia de la mayoría de los insectos que viven en regiones temperadas,
las mariposas monarcas no sobreviven durante largos períodos a temperaturas
bajo cero, por lo tanto, las monarcas de América del Norte vuelan al sur
para pasar el invierno en lugares de pernocte. Durante la primavera, estas
monarcas que sobreviven al invierno vuelan al norte hacia sus lugares de
reproducción. La monarca es la única mariposa que realiza un viaje
migratorio de ida y vuelta tan largo, volando hasta 4830 kilómetros en el
otoño para llegar a su destino en el invierno (Urquhart y Urquhart, 1978).
Las monarcas al este de las Montañas Rocallosas generalmente vuelan a
lugares en las montañas del centro de México para pasar el invierno,
mientras que las monarcas que se encuentran al oeste de las Montañas
Rocallosas usualmente pasan el invierno en las costas de California, aunque
recientes observaciones de Pyle (1999) sugieren que algunas de estas
monarcas se trasladan al sur y al sudeste, partiendo del interior noroeste y
de la Gran Cuenta (Great Basin), entrando a Méjico desde Arizona. Se
desconoce la magnitud y el destino de este traslado. Otra pregunta sin
respuesta sobre la población de monarcas al oeste de América del Norte es su
verdadero nivel de migración o si el área sufre una expansión y contracción
anual en California. Wenner y Harris (1993) sugieren que muchas monarcas
residen en California todo el año y que sus crías se dispersan a los estados
circundantes cuando el clima de verano es templado, pero se ven forzadas a
volver a California cuando el inhóspito viento del norte retorna. Este tema
está aún en debate.
Estudios con isótopos estables (Wassenaar
y Hobson, 1998) y la recuperación de mariposas identificadas (Urquhart y
Urquhart, 1978, Monarch Watch 2004 y/o comunicación personal de Taylor)
sugieren que la mayoría de las monarcas que migran a México es originaria de
la región central del país. No obstante, estos estudios también demuestran
que las poblaciones que sobreviven al invierno incluyen a las monarcas que
provienen de una amplia área geográfica que cubre la mayoría de las áreas
que se muestran en la Figura 11 (más adelante). Desafortunadamente, aún no
se ha completado estudios similares que revelen los orígenes de las monarcas
que pasan el inverno en California.

Figura 11. Las monarcas vuelan al sur y sudoeste durante la migración de
otoño, pasando por Texas hacia los lugares de hibernación en las
montañas del centro de México. Dibujo de Sonia Altizer y Michelle
Solensky. |
Las monarcas australianas también exhiben
un movimiento estacional, trasladándose del interior hacia las áreas
costeras, en dirección de norte a noreste durante el otoño y el invierno
(James, 1993). Sin embargo, debido a que las migraciones más espectaculares
de las monarcas (en términos de distancia y número de inmigrantes) ocurren
en la población del este de América del Norte, la mayor parte de las
investigaciones sobre la migración de las monarcas se ha enfocado en esta
población. Estos insectos, que pesan cerca de medio gramo, vuelan
desde su lugar de reproducción en el verano, cubriendo más de 100 millones
de hectáreas, para pasar el invierno en un área que cubre menos de 20
hectáreas. Desde que la comunidad científica descubriera en 1975 (Urquhart,
1976) estos invernaderos en México, los investigadores intentaron comprender
los factores que hacen que las monarcas inicien la migración, los mecanismos
que utilizan para orientarse y encontrar lugares para pasar el invierno y
los patrones de vuelo utilizados en otoño y primavera.
Inicio de la migración. Si
bien las monarcas que no migran se vuelven reproductivas unos días después
de la eclosión, las monarcas que surgen a finales del verano e inicios del
otoño emergen en diapausa reproductiva, un estado de suspensión del
desarrollo reproductivo. La diapausa es controlada por cambios neuronales y
hormonales (Barker y Herman, 1973, Herman, 1981) desencadenados por factores
ambientales que señalan el inicio de condiciones desfavorables, en este caso,
el inverno. Goehring y Oberhauser (2002) constataron que la decreciente
duración del día, las fluctuantes temperaturas y la senescencia de las
plantas huésped causaban un incremento en la proporción de las monarcas que
emergían en diapausa reproductiva, pero la mayor respuesta ocurrió entre las
monarcas expuestas a esos tres impulsos. Hacer uso de más de un impulso para
evaluar la idoneidad del hábitat en la actualidad y en un futuro cercano
podría ser una estrategia mucho más adecuada para los organismos en
ambientes impredecibles.
Perez y Taylor (2004) probaron la misma
hipótesis que establece que la diapausa reproductiva y el comportamiento
reproductivo de las monarcas se relacionan al exponer a las inmigrantes de
otoño a duraciones del día y temperaturas típicas de verano. Estas mariposas
exhibieron un comportamiento reproductivo, pero siguieron mostrando un
patrón de dirección en sus vuelos migratorios. Ellos argumentaron que, si
bien la diapausa reproductiva puede ser revertida inmediatamente en las
inmigrantes del otoño, el comportamiento migratorio es resistente a los
cambios en las condiciones ambientales. Este hallazgo es sustentado por
Borland et al. (2004) y por los datos del Proyecto de Monitoreo de Larvas
de Monarcas (2004); muchas monarcas parecen volverse reproductivas
cuando llegan al sur de los Estados Unidos durante la migración de otoño. La
importancia de esta reproducción tardía para la dinámica general de la
población de monarcas y los desencadenadores ambientales que la promueven
son aún indeterminados, pero sugieren que un incremento de la disponibilidad
de quiebramuelas en jardines y parques puede desencadenar la reproducción (Goehring
y Oberhauser, 2004).
Orientación y rutas migratorias.
En general, la orientación de los insectos es poco comprendida, y las
monarcas no son la excepción. La capacidad de las monarcas que se encuentran
dispersas en un áreas de más de 100 millones de hectáreas de converger en un
área muy pequeña en las montañas del centro de México es impresionante, y
puede ser uno de los misterios más cautivantes de la ecología animal. Otros
animales utilizan señales celestes (el sol, la luna o las estrellas), el
campo magnético de la tierra, puntos de referencia (cadenas de montañas o
cuerpos de agua), la luz polarizada, percepción de la energía infrarroja o
alguna combinación de las mismas para migrar, pero se desconoce el grado en
que las monarcas utilizan estas señales. Calvert y Wagner (1999) propusieron
que las monarcas pueden utilizar las cadenas de montañas y los valles
ribereños para orientarse durante la migración, sin embargo las señales
celestes y el campo magnético de la tierra han sido los aspectos más
estudiados.
Muchos investigadores coinciden en indicar
que el sol es la señal celeste con más probabilidades de ser utilizada por
las monarcas que migran al sur. Kanz (1977) y Schmidt-Koenig (1985, 1993)
sugirieron que las monarcas utilizan el ángulo del sol en el horizonte junto
con un reloj corporal para mantener una ruta de vuelo hacia el sudoeste, y
Mouritsen y Frost (2002) confirmaron esta hipótesis. Debido a que las
monarcas frecuentemente migran en días nublados, esta brújula solar se debe
combinar con el uso de alguna otra señal. Científicos han sugerido que es
posible que las monarcas utilicen una brújula magnética para su orientación,
tal como se demostró con algunas aves migratorias (Wiltschko y Wiltschko,
1972, Emlen et al., 1976). Sin embargo, Mouritsen y Frost (2002) demostraron
que las monarcas migratorias exhibían un vuelo orientado en forma aleatoria
cuando sólo recibían señales de campos magnéticos y no respondían a los
cambios en el campo magnético, sugiriendo que dichas mariposas no utilizan
el campo magnético de la tierra para orientarse durante la migración. Ellos
proponen que las monarcas pueden utilizar patrones de luz polarizada que
penetra la cobertura de las nubes para orientarse en días nublados.
El primer estudio a gran escala de la
migración de las monarcas durante el otoño comenzó en 1937 cuando el Dr.
Fred Urquhart reclutó voluntarios para su estudio sobre la migración de los
insectos, el cual involucraba colocar pequeños rótulos de papel en el borde
de las alas anteriores de las monarcas y obtener los lugares de liberación y
captura de las mariposas rotuladas (Urquhart y Urquhart 1977). En el otoño
de 1992, se estableció un nuevo programa de rotulación (Monarch Watch 2001)
para continuar con el estudio de las rutas migratorias de otoño. Estos
programas de rotulación revelaron mucha información sobre los patrones y los
tiempos de migración de las monarcas durante el otoño. Varios estudios han
demostrado que las monarcas migran generalmente de sur a sudoeste (Gibo,
1986; Schmidt-Koenig, 1985); con un cambio de sur a sudoeste cuando el
origen del vuelo cambia de oeste a este (Rogg et al., 1999). Recientemente,
Wassenaar y Hobson (1998) utilizaron isótopos estables para estimar el
origen de las monarcas que pasan el invierno en el centro de Méjico. Ellos
encontraron que cerca de la mitad de las monarcas recolectadas en 13 lugares
de hibernación habían migrado del centro-oeste de los Estados Unidos, siendo
que un menor número era originario del noreste de los Estados Unidos y
Canadá. Si bien la rotulación revela patrones de inmigrantes individuales
durante el otoño, los estudios con isótopos estables prometen revelar los
patrones migratorios a nivel poblacional.
Comportamiento durante la migración.
Al igual que las aves migratorias, las monarcas realizan diversas paradas
durante su viaje, para pasar la noche y durante condiciones climáticas
inclementes, formando refugios cuyo tamaño varía de algunas docenas hasta
miles de individuos. Poco se sabe sobre este fenómeno de pernocte, pero,
recientemente, Davis y Garland (2004) utilizaron métodos de estudios
ornitológicos para investigar los factores que influencian las decisiones de
parada de las monarcas. Ellos encontraron que las monarcas permanecían
generalmente en lugares de refugio durante al menos 2 días, y propusieron
que los niveles de reservas de energía pueden influenciar las decisiones de
migración y las paradas, de modo que las monarcas se detienen por más tiempo
en los lugares de parada cuando sus reservas de lípidos están bajas. Tanto
Borland y al. (2004) como Gibo y McCurdy (1993) encontraron que las monarcas
recolectadas en el sur eran más pesadas que las capturadas en el norte,
sugiriendo que la recolección de néctar a lo largo de la ruta migratoria
origina que se gane peso y se incrementen las reservas de energía (Figura
12). Estos hallazgos sustentan la sugerencia de que las reservas de
energía pueden influenciar las decisiones migratorias de las monarcas. Si
bien los mecanismos de orientación han recibido mayor atención de parte de
los investigadores, pocos estudios se han enfocado en la ecología de las
paradas o en las características de las monarcas que logran un mayor éxito
migratorio.
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Migración en Otoño".
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