Recuperación y ordenación en Chile
Se estima que en el siglo XVI, la población total de vicuñas de Perú,
Bolivia, Chile y Argentina ascendía a varios millones (Hoffmann y ot.,
1983; Cueto y ot., 1985). Durante el período de la colonización europea,
sin embargo, el número de vicuñas comenzó a bajar. Esto se volvió más
drástico durante el siglo XX, debido a la excesiva caza con perros y armas
de fuego para fines comerciales. Para el comienzo de la década del ’50,
quedaban unas 400.000 vicuñas, y un censo hecho al final de la década del
’60 mostraba que sólo entre 5.000 y 10.000 vicuñas en Perú, y menos de
2.000 en Bolivia, Chile y Argentina (Rabinovics y ot., 1991). En 1970,
cuando la población de vicuñas era de solamente unos 500 ejemplares, la
Corporación Nacional Forestal (CONAF) inició un programa de conservación a
largo plazo en el territorio nacional (Cattan y Glade, 1989). Este
programa incluía la creación de áreas protegidas en el altiplano del norte
de Chile. Los objetivos principales del programa eran detener la caza
furtiva, poner un alto al tráfico ilegal de la lana, y establecer el
Convenio para la conservación y ordenación de la vicuña (Torres, 1992).
Poco después, se implementó la este convenio, y se enviaron los primeros
guardias forestales para patrullar en el hábitat de la vicuña (1970/75).
Desde entonces, los recuentos anuales han permitido un seguimiento más
directo de la recuperación de la población. (Galaz, 1998; Rodríguez y
Núñez, 1987).
En un principio, se creó un solo Parque Nacional en la provincia de Parinacota para proteger la vicuña y otras especies. Más recientemente,
este parque ha sido dividido en tres áreas administrativas diferentes (Galaz,
1998; Rojas y Galaz, 1998). Durante la década de los ’80, la fase de
protección se reforzó con investigación sobre la ecología básica, el
comportamiento de las vicuñas en su hábitat (Cattan y Glade, 1989; Glade,
1982; Glade y Cattan, 1987) y la fisiología reproductiva en cautiverio (Schwarzenberger
y ot., 1995; Urquieta y ot., 1994; Urquieta y Rojas, 1990).
El éxito de la repoblación ha hecho que el énfasis cambie de la
conservación al uso sostenible de la especie (Rabinovich y ot., 1985;
Wheeler y Hoces, 1997; Macdonald y Tattersall, 1996). Se han llevado a
cabo muchos estudios sobre la calidad de la fibra de la vicuña y sobre las
posibles maneras de distribución de los beneficios del uso sostenible de
la especie. Los resultados de estos estudios llevaron a un plan de
estrategias para el uso sostenible de la vicuña (CONAF 1991). Este plan
anunciaba que la vicuña seria aprovechada de manera sostenible por las
comunidades locales para el comienzo de la década de los ’90 (CONAF, 1991;
Torres, 1992). Sin embargo, esta fase de aprovechamiento sostenible sufrió
demoras porque no se pudo llegar a un acuerdo sobre los aspectos legales
de la distribución de los beneficios a las comunidades locales. (González
y ot., 1991; Rojas y Galaz, 1998).
En 1995, una nueva fase de investigación comenzó, cuyo principal objetivo
era el estudio de la respuesta fisiológica de la especie al manejo de su
comportamiento (Bonacic, 1996). Se investigaron nuevos aspectos de la sostenibilidad. En especial, los relacionados a la eficiencia de los
métodos de caza, los efectos del esquilamiento y las consecuencias de la
explotación en la estructura de la población (Bonacic, 2000).
El éxito de un programa de uso sostenible dependerá de la comunicación y
cooperación efectivas entre las diferentes disciplinas científicas (es
decir, la ecología, el comportamiento animal, la economía, la
administración). Además, como se ha demostrado genéticamente que la alpaca
desciende de la vicuña, los hallazgos científicos, del estudio de una
especie pueden ser útiles para la otra.
Uso actual de la fibra de la vicuña¹
La vicuña, junto con otros camélidos sudamericanos, es miembro de un grupo
de animales que produce fibras poco comunes. Otros ejemplos son las cabras
y los conejos, que producen el mohair, la cachemira y la angora. La fibra
de la vicuña es mundialmente conocida en la industria textil desde hace
unos 100 años. Por ejemplo, al final del siglo XIX, uno de las fábricas
textiles más importantes de Escocia desarrolló el uso de la fibra de
vicuña y se especializó en la producción y comercialización de la fibra de
la vicuña. Durante la primera mitad del siglo XX, la fibra de la vicuña se
terminó de establecer en el mercado textil internacional.
El American Wool Handbook (Manual Norteamericano de la Lana) de 1948,
detalla un diámetro promedio de 13,2 micrones (de un rango de 6 a 25
micrones) sobre 1.100 fibras evaluadas (Koford, 1957; Torres, 1987). La
vicuña posee dos capas de lana, y es una de las lanas más valoradas de
todas las fibras de origen animal (Russel, 1997). La capa de fibras mas
toscas (capa de protección) es producida por los folículos capilares
primarios, y la fibra de más calidad (capa inferior), por los folículos
capilares secundarios. La capa inferior es la que tiene la importancia
comercial, pero se debe quitar mecánicamente (esquilamiento). La fibra de
la vicuña es muy valorada por su delicadeza y suavidad, y porque tiene un
alto rendimiento al momento de esquilar el animal (Carpio, 1991; Hoffmann
y ot., 1983).
Torres (1987) calcula que se obtienen unos 250 g. de fibra de cada
individuo de Vicugna vicugna mensalis esquilándola una vez cada dos años.
Si se considera un promedio de vida de ocho años en su hábitat natural,
una vicuña adulta podría producir en su vida un kilo de fibra. Berger
(1963) destacó que se puede obtener entre 180 y 335 g. de fibra cada dos
años, y agregó que lo máximo que se había obtenido habían sido 335 g. La
diferencia en la producción podría darse debido a los diferentes métodos
de esquilamiento así como también a las diferencias entre los individuos.
Wheller (1995) informó que la fibra de la
Vicugna vicugna mensalis tienen
un largo promedio de 3,28 cm. en ejemplares adultos, con un máximo de
hasta 20 cm. en los pelos de la parte inferior. El diámetro de la lana de
la Vicugna vicugna mensalis está entre los 11 y los 14,04 micrones (Carpio,
1991; Hoffmann y ot., 1983). Wheller (1995) destacó que no hay disponibles
estadísticas similares para la Vicugna vicugna vicugna. La Corporación
Nacional Forestal (CONAF, 1991) reportó unos 186,5 g. de fibra producida
por vicuña (V. v. vicugna) esquiladas en la puna chilena (CONAF, 1991). El esquilamiento se hizo siguiendo un método similar al que se utiliza con
ovejas.
En la TABLA 1 se puede ver una descripción de las calidades de la fibra de
las vicuñas chilenas. Estos animales fueron examinados en la Reserva
Natural “Las Vicuñas” (19º S, 69º 30’ O) y sus fibras tenían un diámetro
promedio de 15,13 ± 1,01 micrones, sin diferencias significativas entre
sexos y edades. La similitud entre edades y sexos sugiere que la lana de
la vicuña es muy homogénea, especialmente en diámetro. El porcentaje de
médula fue bajo (de solo un 1,9 % ± 2,89) y tampoco demostró mucha
relación con el sexo y la edad. El diámetro de la lana tuvo un valor
promedio de 57,4 micrones, con un máximo de 107 micrones y un mínimo de
33. Se obtuvo un bajo porcentaje de fibra capilar entre la lana (1,9 % ±
1,33) de nuevo, sin relación con el sexo o la edad.
Bonacic (1996) estudió la composición de la lana según la zona corporal en
machos jóvenes. El control de calidad de la fibra demostró una suavidad y
un lustre extraordinarios, a pesar de que restos de arena y semillas le
daban una “apariencia poco clara” a la lana de las partes bajas. Esta zona
presenta relativamente poca lana de baja calidad, fácilmente detectable
por su coloración oscura y fibras de diámetro más grande. La lana es
compacta y la fineza de las fibras hace difícil separarlas unas de otras
en la lana. Toda la lana era de una fineza, diámetro, y largo uniformes.
Su flexibilidad también es uniforme en la gran parte del cuerpo (Bonacic,
1996), sin embargo, estos niveles de uniformidad cambian drásticamente en
la parte frontal del cuello y en las partes mas bajas del animal. En la
cola, sólo presenta un pelaje muy corto, por lo tanto, de un valor
comercial muy limitado.
La TABLA 2 sintetiza las principales características de la lana de las
diferentes partes del cuerpo de la vicuña (Bonacic, 1996). Se produjo un
total promedio de 263 g. ± 23,1 g. por ejemplar (obtenido de 8 animales).
El 68% se obtuvo de las partes principales (el lomo y flancos), el 11% del
pecho, y sólo el 23% se obtuvo de partes del cuerpo con lana de baja
calidad (parte frontal del cuello, patas y cola) (Bas y ot., 1995).
La TABLA 3 compara la calidad de la fibra de la vicuña con la de otros
camélidos sudamericanos (Bonacic, 1996; Bas y ot., 1995). La lana de la
vicuña presenta el diámetro mas fino y el mas bajo nivel de fibra medulada.
Esto significa que las fibras de la lana de la vicuña son las de mejor
calidad en de todas las especies de camélidos sudamericanos. Esto hace que
la lana de la vicuña tenga un muy importante valor comercial para la
elaboración de textiles. Sin embargo, en comparación con la alpaca, la
lana de la vicuña es menos abundante, y las fibras son mas cortas. Las
características de las fibras de las vicuñas de Chile son similares a las
de las de Perú, de esta manera se confirma que la lana de la vicuña es de
mayor calidad que la de los otros camélidos sudamericanos.
Respuesta de las vicuñas a la ordenación
La lana de la vicuña es evolutivamente el resultado de un ambiente muy
variable, que presenta severas fluctuaciones diarias de temperatura,
radiación solar intensa durante el día y vientos fuertes. (Wilson, 1989) (CONAF,
1991; INIA, 1989). La gruesa capa de lana de la vicuña le sirve de
aislamiento y reduce la exposición a la radiación solar y la pérdida de
líquido, lo que le permite adaptarse a rápidos cambios de temperatura y de
vientos (Koford, 1957). Además, el largo pelaje color crema del pecho le
sirve de protección contra el viento y como cojín al descansar sobre el
suelo (Koford, 1957).
La tensión del manejo por parte del hombre, en especial el esquilamiento,
puede afectar el bienestar y la salud de las vicuñas, ya que aumenta su
exposición a los vientos y a las bajas temperaturas nocturnas, propias del
extremo ecosistema de la puna. Las vicuñas pueden sufrir de hipotermia,
debido a las bajas temperaturas acentuadas por vientos que bajan
considerablemente la sensación térmica. Los camélidos regulan su
temperatura a través del sudor, en especial mediante la llamada “ventana
termal”. Esta “ventana termal” es un área relativamente desprovista de
pelos en la parte baja del abdomen y en la parte interior de los muslos (Baunmann
y ot., 1975; Rosenmann y Morrison, 1963). Como es de esperar, el esquilamiento le quita a la vicuña un atributo que tiene una importancia
vital, y por tanto, es desfavorable para el animal. Sin embargo, no se
sabe cuán malo es el esquilamiento para las vicuñas, y como pueden
mitigarse sus consecuencias (Bonacic y Macdonald, 2003).
La ordenación de la vicuña incluye la captura, el traslado y el esquilamiento de los ejemplares salvajes (figura 3). La captura y el
transporte producen cambios en la glucosa de la sangre, cambia su volumen
celular, se alteran los valores de cortisol, la cantidad de neutrofil y de
linfocitos, todo esto durante las primeras 4 – 6 horas de cautiverio (Bonacic
y Macdonald, 2003). La creatina-cinasa también se ve afectada por el
transporte y la captura, que produce el aumento del nivel de plasma hasta
llegar al pico unas 24 horas después de la captura. Seguido luego por un
pico en el nivel de plasma en la aspartato-aminotransferasa cuatro días
después de la captura y el transporte. Sin embargo, luego de 12 días en
cautiverio, las vicuñas presentan parámetros fisiológicos similares a los
valores normales para la especie (Tabla 4 de Bonacic y ot., 2003).
Instrucciones para la futura ordenación de la vicuña
Se han propuesto dos principales vías para el aprovechamiento sostenible
de los camélidos sudamericanos (Bonacic en González y ot., 2000). La
primera vía acentúa la necesidad de mantener las vicuñas en su ambiente
natural para una conservación efectiva de la especie. La segunda vía
sugiere la cría de vicuñas en cautiverio como una nueva actividad
económica con un potencial muy importante no sólo para las comunidades
locales del altiplano, sino también para empresas privadas de otros
lugares.
Actualmente, los países que integran el Convenio para la conservación y
ordenación de la vicuña no han llegado a un acuerdo sobre la futura
orientación del programa. Por ejemplo, Argentina propone la cría de
vicuñas en cautiverio siguiendo un modelo que lleva unos 30 años criando
vicuñas (en la estación experimental Abrapampa) (Rebuffi, 1993). El
objetivo ha sido desarrollar un sistema de cría extensivo para producir
lana, mediante la creación de unidades pequeñas de cría a través de todo
el altiplano argentino. (Servicio, 1999).
Perú se decanta hacia la explotación privada de las vicuñas (Hoces, 1999)
y la creación de un sistema extensivo de haciendas alambradas (Martínez,
1996). Las vicuñas silvestres se encerrarían en extensas parcelas (1.000
hectáreas), para ser esquiladas periódicamente (Hoces, 1999; Lichtenstein
y ot., recibido; Wheeler y Reitz, 1987). Bolivia esta empezando a
implementar un programa de aprovechamiento sostenible en las comunidades
locales (Oryx, 1999). El sistema propuesto por Chile opta por un punto
intermedio, poniendo énfasis en el cuidado que hay que tener hasta que no
se obtengan más datos sobre los efectos que pueden tener las estrategias
de manejo sobre la población de vicuñas. Siguiendo estas pautas, Chile
continúa llevando a cabo un programa de investigación a largo plazo para
estudiar los aspectos de la dinámica de población de las vicuñas, y los
efectos de la explotación sostenible sobre manadas cautivas en áreas
extensas, prestando atención también al control contra la caza furtiva
para promover la conservación de las poblaciones silvestres (Servicio,
1999).
Además de los métodos de explotación de la fibra de la vicuña, un problema
potencial que se planteará es el de las utilidades. Se ha sugerido un
precio internacional de US$ 300 a 800 por kilo de fibra (refinada) (Bas y
ot., 1995; Hoces, 1998). A pesar de que parece muy rentable a corto plazo,
debe considerarse que es necesaria una alta inversión inicial, y que la
productividad es baja. La inversión total parece ser de alto riesgo (G. Lichtenstein, en una comunicación personal). Cualquier tipo de apuesta por
la cría de vicuñas en cautiverio, en lugar del empleo de vicuñas salvajes,
parece incrementar los costos y riesgos para el inversor, y la
probabilidad de utilidades a corto plazo se ve disminuida.
Otro factor importante a tener en cuenta es que el mercado potencial para
la fibra puede ser pequeño y difícil de penetrar (Bas y ot., 1995). Los
mercados impulsados por las tendencias de moda pueden llegar a ser muy
volubles en el corto plazo, de modo que la demanda de fibra puede ser muy
fluctuante. Actualmente, sólo una compañía europea ha logrado comprar
fibra de Perú, y el precio ha ido cayendo desde la primera licitación
pública (Hoces, 1999).
Conclusiones
La vicuña es una especie bien adaptada a la supervivencia en un ecosistema
de baja productividad con un clima extremadamente variable. Las
adaptaciones ecológicas y de comportamiento le permiten a la vicuña
desarrollarse en este árido ambiente. Su lana de alta calidad es una
adaptación evolutiva que la protege de las extremas inclemencias del
tiempo. Pero la vicuña esta condenada a ser cazada y perseguida desde
tiempos precolombinos. Hoy en día, luego de un programa internacional de
conservación, las vicuñas se están recuperando, después de estar al filo
de la extinción.
El programa comienza ahora una etapa crítica, y la dirección que tome en
el futuro podría causar conflictos con los objetivos originales del
programa. La creciente tendencia a interferir con las poblaciones salvajes,
ya sea mediante el alambrado o la cría en cautiverio, parece incompatible
con el criterio inicial de uso sostenible. En términos ecológicos, un
sistema similar al ganadero, con una intervención mínima en la población
silvestre sería el mejor plan para asegurar el aprovechamiento sostenible
de la especie. Este plan también minimiza la tensión innecesaria que
sufren las vicuñas debido al esquilamiento.
En ambos casos, la caza furtiva sigue siendo una de las amenazas más
importantes para la conservación de la vicuña. La falta de organismos para
el cumplimiento de la ley en un territorio vasto y árido se convierte en
un factor muy negativo para el aprovechamiento sostenible de la especie.
Es más fácil y más rápido dispararle a una vicuña con un rifle calibre .22
que esperar la recuperación de la población en un sistema de manejo
ecológico, o que cuidar la vicuña cautiva luego del esquilamiento.
Hasta el día de hoy, ningún régimen de cría ha logrado producir fibra de
vicuña lucrativamente. A pesar de que se prevé un futuro brillante para la
vicuña, debido a los proyectos de eco-turismo y crianza, el destino final
de la especie se encuentra en las manos de la sociedad, tanto de las
comunidades locales (comunidades originales) como del mercado
internacional. Si el control de la caza furtiva no es eficiente, muchos
años de investigación y protección de la especie serán en vano y el
proyecto que fue una vez considerado como un modelo para el
aprovechamiento sostenible estará en peligro.
Notas
1. Coautora para esta sección: Hilary Redden, Instituto de
Investigación del Uso de la Tierra Macaulay de Aberdeen, Escocia.
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Traductor: Fabricio M. Torres
(Inglaterra y Argentina)
Foto: Jay Joslin (USA)
Autor: Dr. Cristian Bonacic (Doctor en
Zoología, Universidad de Oxford)
Para citar:
Bonacic C
2008
Ecología de la Vicuña y Su Ordenación. ECOLOGIA.INFO #27
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